Cáritas Internationalis alerta sobre los efectos de la sequía y la escasez de alimentos en Etiopía

Cáritas Internationalis alerta de la crítica situación que afecta actualmente a más de 10 millones de personas en Etiopía afectadas por los efectos de una prolongada sequía y la grave escasez de alimentos.

La sequía en este país africano, incrementada por los efectos del fenómeno de “El Niño”, está teniendo un impacto devastador en la vida de millones de hogares etíopes. El irregular régimen de lluvias erráticas registradas durante 2015 y lo que llevamos de 2016 han disparado los niveles de inseguridad alimentaria, malnutrición, escasez de agua y alimento para el ganado, así como el número de brotes de enfermedades en todo el país.

La situación humanitaria de numerosas comunidades se está viendo agravada actualmente en muchas regiones debido a las inundaciones provocadas por “La Niña”, que están provocando desplazamientos de población y nuevos brotes de enfermedades.

Por este motivo, la red internacional de Cáritas ha lanzado un llamamiento de ayuda de emergencia (EA Emergency Appeal) por valor de 975.000 euros para garantizar asistencia básica de urgencia (alimentos, agua, semillas, atención sanitaria) a 300.000 familias en las regiones afectadas por la sequía y las recientes inundaciones.

Cáritas Española, que cuenta con una larga trayectoria de trabajo fraterno de cooperación en Etiopía, ha cubierto la tercera parte de ese importe, con una partida de 300.000 euros.

Rahel, 34 años

Para Rahel, de 34 años, y su familia, que vive en Sebeya, una aldea en una de las áreas más afectadas por la sequía en la frontera entre Etiopía y Eritrea, cada día es una lucha por sobrevivir. Su esposo es soldado y a menudo está mucho tiempo fuera de casa, así que, cuando puede encontrar trabajo, ella trabaja como jornalera para alimentarse a sí misma y a sus dos hijas, Danait y Melat.

“Este año ha sido el peor de todos. Casi no entra dinero en casa, si es que entra”, dice Rahel. “No ha habido lluvias, no ha habido cosechas. La tierra se ha quedado como un desierto, sin producir nada”.

En una buena temporada de cosecha, Rahel puede ganar entre 250 y 300 birr (unos 10 euros). Este año sus ingresos han caído a menos de la mitad de esa cantidad. “Apenas logramos sobrevivir –afirma—y tengo que hacer todo lo que pueda para asegurar nuestra supervivencia”.

Aunque este año Rahel ha ganado un poco de dinero vendiendo huevos, depende del apoyo de Cáritas. Acaba de participar en un programa de “dinero por trabajo” en la presa local que está recogiendo agua de lluvia de la escorrentía de la montaña para uso de la comunidad.

Pasa verdaderos apuros para ganar suficiente dinero para alimentar a sus hijos. “Es lo peor para una madre, ver que tus hijos están perdiendo peso, adelgazando. Para mí es muy deprimente”, confiesa. Y añade: “Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que tuvimos tres comidas al día”.

Respetar la dignidad de las personas

El padre Solomon, de la oficina diocesana de Cáritas en Adigrat, señala: “Estamos llegando a los más vulnerables en las comunidades, con ayudas en efectivo y dinero por trabajo. Llevamos ayuda a donde se necesita, pero lo estamos haciendo de manera que respete la dignidad de las personas”.

“La gente no quiere depender de la ayuda, pero la severidad de esta sequía ha puesto a prueba sus estrategias para soportar la situación”, asegura. “Sabemos que si podemos dar de comer a todos los niños a la hora del almuerzo, eso será reconfortante para los muchos padres que están pasando apuros para poder alimentar a sus hijos”.

El padre Solomon explica que muchos de los 210 alumnos de la escuela primaria parroquial Santísima Trinidad (Holy Trinity), incluyendo a la hija de Rahel, Danait, han estado padeciendo niveles alarmantes de hambre, hasta que la Iglesia intervino y evitó que dejaran los estudios.

“Algunos niños caminan hasta dos horas para venir a la escuela y muchos de ellos llegaban sin haber desayunado. Estaban hambrientos y no podían dar todo de sí en clase”. Ahora, en la escuela reciben un cuenco de gachas de maíz y alubias, que no sólo les da una comida diaria, sino que quita presión a las familias que no tienen suficiente para comer.

Aunque únicamente 1 por ciento de los 96 millones de habitantes de Etiopía son católicos, la Iglesia es el segundo mayor proveedor de salud y educación en el país, después del Gobierno.