Testimonio Fabiola García , profesora formación Cáritas Diocesana de León

“No fue una, ni dos, sino tres o cuatro llamadas que recibo de Cáritas de León solicitándome disponibilidad para impartir un curso de atención sociosanitaria a personas en instituciones sociales, y a todas ellas dije que sí. ¡Cómo iba yo a negarme a algo que me entusiasma y a lo que he dedicado gran parte de mi vida laboral!

Así que, desde tierras bercianas, con frío, sueño, cansancio y muchas dudas, cada día, a lo largo de dos meses allá me dirijo para encontrarme con una realidad desacostumbrada para mí. Cáritas de León me hace sentir acogida, respetada, apoyada y valorada a través de todas y cada una de las personas trabajadoras de la institución (gracias, Víctor), son estas mismas personas quienes me animan a acoger, respetar, apoyar y valorar al alumnado al que me dirijo y, juntas todas, nos crecemos y encuentro en verdad que nuestros esfuerzos, dirigidos a proporcionar una mejor calidad de vida a las personas dependientes en instituciones sociales, se ven cumplidos.

Cáritas de León me/nos ofrece unas instalaciones impecables en las que trabajar y practicar (a pesar de tantos pesares, de tantas inconveniencias llegadas a través del Covid-19) y, desde finales de noviembre de 2020 hasta febrero del 2021 de 8,30 a 14,30, nos encontramos un grupo de 11 personas interesadas en un objetivo común: aprender. Cada quien con sus particularidades y necesidades formamos un equipo que se respeta y complementa,  y también agradece cada mañana poder sacar adelante esta formación tan deseada.

Una parte de esta formación ya se había impartido y el alumnado recuerda con gran cariño a su anterior profesora, Maribel, y cómo aprendieron y practicaron en los dos primeros módulos del curso. Nosotros continuamos con los módulos para “Desarrollar intervenciones de atención sociosanitaria dirigidas a personas dependientes en el ámbito institucional” y el  de “Desarrollar intervenciones de atención psicosocial dirigidas a personas dependientes en el ámbito institucional”.

Así que, siempre bajo mascarillas, guantes, geles y distancia (que lástima, la distancia) aprendemos técnicas de comunicación, primeros auxilios, movilizaciones, transferencias, modificación de conductas, uso adecuado de productos de apoyo, …un sinfín de actividades que se complementan y dan forma a un futuro laboral prometedor. Sin olvidar los exámenes teóricos, los prácticos y las simulaciones que tanto esfuerzo costaron.

Y digo que aprendemos porque, entre el denso temario, se da importancia a que, cada quien, hable de sus prácticas en trabajos anteriores con personas dependientes, aquello que les sirvió de ayuda o lo contrario, aquello que les marcó para siempre para lo bueno y para lo malo. Nada mejor que las experiencias vividas para sacarles partido y aprender.

Entonces recuerdo que yo misma, hace ya muchos años, recién salida de la universidad, recibí una petición de Cáritas de Lugo para incorporarme a un proyecto de trabajo con auxiliares de atención sociosanitaria en domicilios. En ese momento, ansiosa de poner en práctica lo aprendido, no hubiera cuestionado ningún trabajo así que allá me fui.

Trabajé durante largo tiempo visitando familias de personas dependientes necesitadas de apoyos que les ayudaran a paliar sus necesidades, personas de edades avanzadas trabajadoras del campo, duras como el pedernal, faltas de la costumbre de que otras les hicieran las cosas, personas discapacitadas o enfermas con un interrogante en el rostro acerca de porque a ellas, porque en ese momento, porque…

Añadido a esto colaboré también en otro proyecto de trabajo con mujeres prostituidas, dañadas hasta lo más profundo, mujeres fuertes y tremendamente valiosas que habían aprendido bien que no importaban más que un objeto de usar y tirar.

En ambas experiencias me forjé, siempre rodeada de otras profesionales que me enseñaban que detrás de cada historia hay una persona y que eso es lo importante, hacer sentir a cada una de ellas como única e irrepetible,  como necesaria, para lo que es fundamental creer que realmente lo son.

Y la vida, caprichosa a veces, me ha vuelto a traer al mismo entorno, y después de años trabajando en diferentes administraciones públicas me ofrece la posibilidad de volver. Volver a la persona, volver a la humanización, volver a mí, a la esencia de mi trabajo, de aquello que las personas dependientes o las prostituidas me enseñaron y entiendo, desde lo más profundo, el porqué de éstas y aquellas veces que dije si y lo celebro.”

Fabiola García – Profesora Cáritas Diocesana de León