Testimonio de Nacho, voluntario en el programa de empleo de Cáritas Diocesana.
“Siempre tuve intención de dedicar parte de mi tiempo en beneficio de otro que no fuera yo o alguien de mi entorno, pero a la vez siempre tuve la justificación, que no escusa, de no disponer del tiempo suficiente para poder hacerlo.
Hace algo menos de dos años, mi situación laboral sufrió un fuerte cambio y esa justificación desapareció. Por mis creencias, afinidad y tener en gran consideración la labor que realiza Caritas, fue la primera y única puerta a la que llamé, con la intención de aportar mi granito en su organización como voluntario. En mi mente me veía ayudando en el ropero, en el economato, o en alguna actividad de este estilo, pero me orientaron hacia otras funciones que no tenían mucho que ver con mi idea original y me di cuenta que donde tenia que colaborar era donde podía ser más útil y es donde intento hacerlo.
La pandemia me pillo a las pocas semanas de empezar y el Covid era totalmente incompatible con los dos programas en los que iba a colaborar. Pasado lo mas gordo, me volvieron a llamar, me vacuné gracias a ellos y desde entonces estoy en el programa de empleo, trabajando con una gente fabulosa, sin diferencias en quien es voluntario, técnico o becario y, sobre todo, satisfecho con lo que hago y sintiéndome útil y de ayuda para alguien que no soy yo pero, a la vez, siendo el más beneficiado de esta solidaridad compartida.”
Ignacio Riesco –
Voluntario del programa de empleo de Cáritas Diocesana desde antes de la pandemia.