Casa de Acogida de Mujeres : futuro y esperanza para comenzar de nuevo
La Casa de Acogida de Mujeres de Cáritas Diocesana de León es un hogar de inserción socio laboral en el que en la actualidad viven 10 mujeres y 6 niños. Su función principal es proporcionar cobijo a mujeres en riesgo de exclusión social, ofrecerles un techo y hacerles de trampolín para que consigan un futuro en el que ellas mismas puedan formar su propio hogar. Este programa está financiado gracias a la colaboración del Banco Santander y el Ayuntamiento de León, y cuenta con distintas fases y dinámicas socioeducativas, de desarrollo personas, de integración comunitaria, salud emocional, gestión del tiempo, organización del hogar, etc… La organización está coordinada por la técnico de la entidad, Camino, que incide en que la casa está infundada por un fuerte plan de actuación, teniendo todas un objetivo claro y unos procedimientos a seguir.
Se trata de afianzar el desarrollo de un soporte familiar-social y la mejora de sus recursos personales. Nuestra pretensión es que las mujeres se sientan apoyadas, valoradas y acompañadas en su situación personal durante el tiempo que necesiten durante su proceso para rehacer su camino. Ocho voluntarias de Cáritas se encargan de supervisar y apoyar logística y emocionalmente a estas mujeres e incluso muchos días duermen con ellas en la casa y les ayudan a hacer la comida o otras tareas en un intento de cercanía y de hacer algo más liviana la cruda realidad que muchas de ellas atraviesan.
Aseguran todas que en la casa hay muy buen ambiente, siempre está repleta de risas, aunque no todo es de color rosa. Como en la vida misma. Las voluntarias también comentan que no solo son ellas las que enseñan a estas mujeres, si no que muchas veces se ven reflejadas en ellas y aprenden mucho de su propia vida y de su personalidad. La comunicación a veces puede llegar a ser complicada, porque muchas de las residentes en la casa son de origen extranjero y apenas hablan español o inglés, y para solventarlo reciben clases y siempre queda el recurso de la mímica, aseguran, porque la experiencia de muchos años de voluntariado les da herramientas para salvar cualquier dificultad.
Muchas de ellas reconocen tener vocación y pasión caritativa desde muy pequeñas, pero admiten que la casa de acogida ha supuesto una completa comodidad para realizar sus funciones, y por eso algunas llevan más de 15 años colaborando en la casa. El apoyo y la comprensión son pilares fundamentales en esta labor solidaria. Algunas abandonan o se apartan del proyecto parcialmente, pero siempre siguen en contacto para poder seguir recibiendo información de las mujeres. Incluso con las más de 300 atendidas que han pasado por la casa, se plantean una excursión organizada que sirva como reencuentro entre todas las vidas que han comenzado de nuevo a raíz de ese hogar de inserción.
Todas las voluntarias que colaboran en la casa coinciden en algo: por mucha experiencia que tengan, o por mucha comprensión y empatía personal, entender a las personas y ponerse en su situación es una tarea complicada que requiere mucho tiempo. De ahí que la mejor manera de comenzar a formar parte de sus vidas es pasar tiempo con ellas y dedicarles toda la atención que sea posible, para que en el transcurso de su estancia se sientan acogidas, olviden las difíciles circunstancias de las que vienen y se centren en un futuro prometedor y lleno de esperanza para poder empezar desde cero.