Coronavirus: Cáritas pide solidaridad económica y gestos personales que generen tejido social
En el marco de la campaña estatal de solidaridad lanzada hace una semana bajo el lema «Cáritas ante el coronavirus. Cada gesto cuenta» se suceden las muestras de generosidad privada, al tiempo que se multiplican iniciativas solidarias de diversa naturaleza para acompañar a quienes están en situación más difícil.
Lanzada para recabar apoyo económico a los programas de ayuda urgente que las 70 Cáritas Diocesanas de todo el país han puesto en marcha para atender a las personas más vulnerables ante el Covid-19, esta campaña pretende también impulsar gestos de solidaridad personal y comunitaria que pongan en primer lugar a las personas a las que está afectando en mayor medida esta crisis.
Generar tejido social, re-vincularnos, orar
Cáritas invita, en este sentido, a generar tejido social, a fortalecer la comunidad y a re-vincularnos. Este objetivo puede conseguirse con gestos cotidianos muy sencillos, como localizar, en estos momentos en que muchas personas se quedan aisladas y solas, sin posibilidad de comunicarse, a los vecinos más vulnerables, especialmente las personas mayores, y ofrecerles ayuda para hacer la compra, recoger medicinas en la farmacia o charlar con ellos desde la ventana.
Nuestros hábitos de consumo en esta situación también son importantes. No nos olvidemos de abastecernos en los establecimientos de nuestro barrio –el pequeño comercio está especialmente expuesto al impacto de la crisis— o a través de los grupos de consumo organizados para ayudar al sostenimiento económico de todos.
Asimismo, la participación social no tiene porque entrar en vía muerta en esta emergencia. Es posible sumarse a alguna de las redes vecinales que se están organizando en nuestros barrios o, si no se forma parte de la población de riesgo y se carece de síntomas, ofrecerse como voluntarios en los recursos sociales que siguen apoyando a las personas más vulnerables, como personas sin hogar o familias sin recursos.
El aislamiento y el silencio pueden convertirse, además, en una fuente de transformación interior y de comunión con el resto de la humanidad. Esta emergencia es una buena oportunidad para cuidar, en este tiempo de Cuaresma, la vida interior y buscar espacios de encuentro virtual con otros a través de la oración, la celebración de la Eucaristía, los círculos de silencio y la reflexión.
Alquiler y vivienda
La vivienda es la primera línea de combate contra el Covid-19. Hay que evitar por todos los medios posibles que las familias puedan perder su casa, el lugar que habitan. Por ello, es clave negociar nuevas condiciones en el pago de los alquileres y pedir la paralización de los desahucios y desalojos previstos hasta el verano.
El pago del alquiler pude ser un serio problema para muchas familias con escasos recursos que ahora ven interrumpidos sus ingresos a causa del estado de alarma. Por ello, Cáritas propone, en relación con los desahucios, abrir un diálogo entre propietarios e inquilinos para llegar a acuerdos sostenibles entre ambas partes, como moratorias en el pago de alquiler sin cargos o facilidades de pago aplazado por parte de propietarios.
Empleadas de hogar
Cáritas recuerda que las empleadas de hogar son un colectivo especialmente castigado por las medidas de aislamiento decretadas. Es urgente extremar el cuidado de estas personas que cuidan de nuestras casas y seres queridos. Cáritas propone algunas medidas en el ámbito doméstico para apoyar a estas trabajadoras:
– Si la persona que trabaja en nuestra casa no puede continuar prestando sus servicios debido al confinamiento, puede procederse a una suspensión de su contrato, pero manteniendo su alta en la Seguridad Social y, en la medida de lo posible, también su salario. Esto también es posible para las empleadas “por horas”.
– Si no queda otra opción personal que despedir a la empleada del hogar, debe abonársele la indemnización en metálico en ese momento, cumplir con los días de preaviso previstos en la Ley y tramitar su baja en la Seguridad Social.
– Y, en todo caso, es importante cuidar y proteger debidamente a la persona que tenemos contratada para cuidar de un familiar, facilitándole el material preventivo básico para preservar un eventual contagio.
Esta emergencia sanitaria y social es un momento idóneo para reflexionar sobre qué modelo de sociedad queremos recuperar cuando remita la crisis: si queremos volver al consumismo, el individualismo, la superficialidad de las relaciones virtuales, la pérdida de derechos sociales para los más débiles y la acumulación de riqueza, o apostar por un mundo distinto, que dé prioridad al cuidado de la vida de todos y del planeta en el que vivimos, la cooperación, el trabajo digno, el bien común, la justicia social y la participación.
Reasignación de un millón de euros
Junto al compromiso de los ciudadanos anónimos, el Consejo General de Cáritas ha aprobado la reasignación de una partida de 1.000.000 de euros de los fondos confederales para apoyar a las acciones extraordinarias que están acometiendo las 70 Cáritas Diocesanas de todo el país para responder a las necesidades de esta emergencia sanitaria y social.
Esta asignación se está destinando ya a la adquisición de los recursos más urgentes solicitados por las Cáritas Diocesanas para sus centros de apoyo, instalaciones residenciales y servicios de apoyo domiciliario, como son equipos de protección, material sanitario, ropa de uso personal y de cama, y alimentos no perecederos.
Llamamiento del cardenal Tagle
En un vídeo-mensaje emitido ayer, el cardenal Luis Antonio Tagle, presidente de Cáritas Internationalis, recuerda que “debemos tener cuidado de no terminar pensando sólo en nosotros mismos”. “Debemos evitar –alerta— que el miedo nos ciegue a las necesidades de los demás, esas necesidades que son nuestras propias necesidades. Debemos evitar que la ansiedad mate la verdadera preocupación por el prójimo”.
En palabras del cardenal Tagle, “la propagación pandémica de un virus debe producir un «contagio» pandémico de la caridad”. “Deberíamos lavarnos las manos, pero no como Pilatos. No podemos lavarnos las manos de nuestra responsabilidad hacia los pobres, los ancianos, los desempleados, los refugiados, los desamparados, los trabajadores de la salud, todas las personas, la Creación y las generaciones futuras”, añade
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