Libres de elegir si migrar o quedarse

Siempre estamos ahí, siempre acogiendo, asistiendo, acompañando… Sin atender al origen, lengua, raza, sexo, religión… Regalando y aceptando miradas de fraternidad en doble dirección, pues eso somos: Hermanos. Y claro que importan los porqués que atesoran esas miradas  de cada una de las personas migrantes y refugiadas que recibimos a diario en Cáritas: ¿por qué tuve que salir de mi país, si nunca se habría pasado por mi mente?; ¿por qué aquí las cosas no son como esperaba, si me decían que iba a tener un futuro mucho mejor?; ¿por qué no soy capaz de relacionarme e integrarme con los demás?; ¿por qué no me siento aceptado ni tratado como cualquier ciudadano?…. y tantos otros porqués…

Y, a pesar de todo, aquí nos encontramos, unos y otros, los que acogemos, los que llegamos buscando un mejor situación económica, los que venimos huyendo de cualquier tipo de peligro en nuestros países (guerras, conflictos sociales, racismos, xenofobias, violencias generalizadas para con nosotros o nuestros familiares). Los adjetivos deberían ser (y lo son) lo de menos. Qué más da venir buscando progreso y bienestar, que llegar huyendo de un conflicto. Todos somos personas con un pasado, un presente y un futuro que queremos construir junto con la sociedad que nos recibe.

El Papa Francisco nos ha recordado en esta 109ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que son “Libres de elegir si migrar o quedarse“. Un lema que nos cuestiona e increpa, y solicita “reconocer en el migrante no sólo un hermano o una hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta” y añade que “mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante”.

Y esta Iglesia nuestra, encabezada por un Jesús que también tuvo que migrar forzadamente con su familia, sigue y deberá seguir siendo, ese espacio de Acogida, de Asistencia, de Promoción e Integración, de Acompañamiento, en donde se han de multiplicar los esfuerzos y los recursos para facilitar la dignidad de todo ser humano, de todo hermano, que llame a nuestra puerta o nos encontremos por los caminos. Iglesia que Acoge e Iglesia en Salida. Todo cristiano, todo agente, ha de multiplicar sus esfuerzos en aras de acoger y disponer de una comunidad inclusiva, atenta siempre a los que más sufren y donde sólo así logrará su plenitud. No es una propuesta, ni una tarea, ni labor, ni un trabajo, es una necesidad y una exigencia de la vida cristiana.

 

Vicente Guillan – Técnico de orientación en materia de extranjería de Cáritas Diocesana de León