“Voluntariado en tiempos de pandemia”- reflexión técnica voluntariado de Cáritas Diocesana de León

Hace casi un año nos cambió la vida, bueno más que la vida, la forma de vivir que teníamos.

Las prisas, el día a día, las manillas del reloj nos empujaban a ser casi máquinas en vez de seres que sienten y piensan….Y, de repente llegó un virus que nos obligó a quedarnos parados, en casa, nos obligó a redescubrir nuestro hogar, a mirarnos al espejo y volver a ver en nuestros ojos la realidad de nosotros cómo personas.

Pero también hizo que las realidades que ya existían de vulnerabilidad se hicieran visibles ante todo el mundo, es más, estas situaciones se incrementaron y se siguen incrementando, la Covid 19 nos está echando un pulso que parece que es interminable, pero nosotros también tenemos armas,

En el ámbito sanitario el trabajo ha sido insaciable, extenuante y siguen a pie de cañón, pero existe otra cara en la moneda, otra pandemia paralela: la pandemia social. Y ante este daño colateral hay otros guerreros a pie, personas que utilizan su corazón, su tiempo, su sonrisa y su humildad para que, aunque existan daños visibles, éstos sean un poco menos dolorosos, me refiero a los VOLUNTARIOS.

Desde que comenzó la pandemia ha habido un incremento en el interés por ayudar, por estar cerca del que lo está pasando mal, muy mal, a pesar de la distancia. Cáritas Diocesana de León se ha tenido que reinventar en sus acciones y gracias a los voluntarios hemos sido capaces de avanzar.

La gente joven se ha volcado en su ofrecimiento y los más mayores siguen dando ese apoyo espiritual desde sus casas y con unas ganas terribles de estar otra vez en acción.

No sé si esto nos hará mejores o  peores, lo que si hemos podido observar es que esta circunstancia ha sacado la potencialidad de cada uno de nosotros y hay un gran equipo de voluntarios/as  que están demostrando, día a día, que ante las adversidades la resiliencia es un himno y una bandera en el horizonte que no debemos perder.

Cuando llego a mi puesto de trabajo cada día,  me encuentro con un grupo de personas que me reciben con una sonrisa en los ojos y sobrepasando la mascarilla, de esas que te hacen sentir pequeña y me cuestionan sin remedio…Porque en tiempos de pandemia quizás es lo que necesitamos: abrazos de sonrisas.

Durante este tiempo,  se han tenido que adaptar a recibir y ser primera línea, facilitando el trabajo a los técnicos, recibiendo a los participantes, los cuales –a su vez- se han tenido que aclimatar a esta  nueva realidad que no siempre ha sido fácil. Con esa sonrisa en los ojos, cada mañana preparan con ilusión su puesto y sacan de ese saco interior solidario, ese que nunca se acaba, las  ganas y positivismo que les caracteriza. Y así, gestionan cada llamada que se recibe para pedir una ayuda o cada  apoyo que brindamos, y en todas esas llamadas no sólo dan una respuesta sino un suspiro de esperanza. Y reciben a cada persona que entra por la puerta, muchos de ellos por primera vez y les acogen con abrazos en la distancia, pero al fin y al cabo con brazos extendidos y dispuestos.

Cuando me cuentan cómo los voluntarios desde las parroquias atienden a las familias (cada vez más numerosas), me quedo pensativa y me digo: todo esto tiene un lado positivo y ese lado positivo son ellos. Familias ya conocidas pero con las mismas carencias y familias nuevas, esas familias que la pandemia  ha empujado a una situación en la que nunca hubiesen imaginado estar. Y ahí están ellos, los equipos de voluntarios/as de las Cáritas Parroquiales, primer hombro dónde poder apoyarse en tanta oscuridad, voz cercana  que reluce en este pozo.

En cada ocasión en la que nos hemos tenido que adaptar, cada voluntario/a  ha abierto la mente (llegan con ese don), frente a las nuevas tecnologías (que a mí tanto me cuestan). Frente a las nuevas maneras de atender, no han cuestionado ni un solo segundo  y, no sólo eso, sino que han demostrado una valentía diaria al subirse al carro de la situación, con respeto pero no con miedo. Y qué bonito es ver las caras de los muchos voluntarios/as al otro lado de la pantalla y que sean ellos/as los que nos hagan entender que, a pesar de todas las adversidades e incertidumbres, merece la pena FORMAR PARTE de un todo, y ese todo es la FE por un futuro distinto pero no por ello menos humano.

El voluntariado en tiempos de pandemia me ha demostrado una autenticidad nunca antes observable porque ha nacido del corazón, de ese sentido y sentimiento tan real y profundo de ser parte de algo mucho más grande, de esa EMPATÍA que tanto se nos olvida y tanto necesitamos. Me han hecho, en definitiva,  volver a creer aún con más fuerza  más que de ésta saldremos mejores, gracias a ellos, que son ejemplo a seguir.

Gracias por tanto, ahora más que nunca, por seguir siendo el alma de nuestra Cáritas.

 

M. José Alonso – responsable voluntariado de Cáritas Diocesana de León